La Cruz Nuestra Única Esperanza
Nuestra fidelidad a Dios, como la de Cristo mismo, a menudo trae consigo el dolor y la cruz, pero junto con Cristo estamos seguros también de que nos conducen a la resurrección. Es el camino de Jesús y el camino del Evangelio.
Este es otro de los pilares para desarrollar nuestra espiritualidad. Pilar que nuestro fundador experimentó en su vida, y que nos legó en el lema de nuestra congregación: “LA CRUZ NUESTRA UNICA ESPERANZA”, lema simbolizado por nuestro escudo con la Cruz y las Anclas, ya que las anclas eran para la Iglesia primitiva símbolo de seguridad por ello de esperanza. Por ello además dejó a Nuestra Señora de los Dolores, a la Madre al pie de la Cruz, como nuestra patrona y protectora.
El dolor y la muerte son una parte de nuestra vida que nos pesa, y nuestra espiritualidad nos llama a reconocer y enfrentar esa realidad. Sin embargo, desde la Cruz de Cristo, sabemos que junto a ellos viene la resurrección y el crecimiento. Vivimos, como Cristo una existencia pascual, en la cual, el dolor y una vida nueva, se entremezclan en un tejido que nos conduce al encuentro pleno con Dios en nuestra resurrección.
Es la lógica del Evangelio que choca con la lógica de nuestra sociedad de consumo, y que solo puede ser entendida desde la sencillez del que se reconoce necesitado del amor de Dios y de los demás. Es un aparente sin sentido del dolor y de la Cruz, pero desde la fe podemos afirmar con Basilio Moreau que: “toda enseñanza de Evangelio se resume en el conocimiento de la locura de la Cruz” (Carta Circular 79 de 1857).