Reflexiones sobre Mariano Puga
Debo reconocer que no lo conocí personalmente. Por tanto, sería pretencioso y falaz atreverme a elaborar un perfil o hablar de manera acabada sobre él. Sólo diré aquello que escuché una y otra vez: Mariano fue un hombre apasionado por la persona de Cristo y su Mensaje, su Buena Noticia para todos, especialmente para los postergados.
Mariano Puga era ante todo un sacerdote, que dejando sus privilegios sociales como él mismo lo reconoció en una entrevista (<>, le contó a una periodista en el marco de una entrevista) se conmovió, en sus años de juventud, frente a una pobreza ignominiosa y parafraseando al Evangelio (Lc 5,11), dejándolo todo, decidió seguir a Jesús.
El Padre Puga, o simplemente Mariano, fue una figura creíble, pues conjugó en su propia persona, en sus actitudes y en su modo de anunciar y vivir como seguidor del Maestro, una dimensión de testimonio y coherencia, inspiradora y necesaria, particularmente en los tiempos que corren, marcados por la desconfianza, el descrédito y la sospecha.
A consecuencia de la cuarentena que nos rige, no pudimos acompañarle en su último adiós, como era vuestro deseo y ciertamente el mío y de mis hermanos religiosos, quienes desempeñamos nuestro ministerio en el colegio Saint George. Empero, sí podemos, desde el lugar donde estemos, invocar al Altísimo para que el Padre Mariano Puga descanse en paz y contemplando a Jesús, a quien reconoció e invocó como su Señor, nos siga acompañado e iluminando e nuestras tareas y acciones cotidianas.
Mariano pobre y cercano, como tu amigo Jesús, descansa en paz.
P. Rodrigo Valenzuela R.
Congregación de Santa Cruz.