Visita Nuncio Apostólico Casa Formación
El día 30 de agosto Monseñor Alberto Ortega Martín, Nuncio Apostólico en Chile, realizó una visita a la Casa Santa Cruz de Formación, asistiendo también al encuentro los miembros de la Casa Juan XXIII.
Comenzamos el encuentro con la celebración de la misa en la capilla de la casa, donde después de la homilía se realizó el rito de institución como acólitos de los seminaristas Rousnel – Vichinsky Voltaire, C.S.C., y Brunel Victorin, C.S.C. El ministerio del acolitado para los seminaristas es parte del proceso de preparación y formación para su futuro servicio como diáconos y sacerdotes ordenados en la Iglesia. Les abre y facilita el servicio en el altar junto con el sacerdote para entrar más en el misterio de la Eucaristía, que es la fuente y cumbre de la vida cristiana.
En el rito el obispo realizó una oración y bendición y entregó a cada uno de los instituidos la patena con el pan y el cáliz con el vino diciendo: «Recibe esta patena con el pan y este cáliz lleno de vino para la celebración de la Eucaristía, y vive de tal forma que seas digno de servir la mesa del Señor y de la Iglesia.»
Al finalizar la misa, Rousnel ofreció palabras de gratitud en nombre de él y Brunel: «Por esta gracia concedida, por esta nueva función en la Iglesia, nos gustaría tomar el tiempo para dar gracias al Señor, que, a pesar de nuestras limitaciones, nuestra pequeñez, nos permite dedicarnos a su viña y ser testigos convencidos de su palabra a nuestro alrededor. Señor, por tantas gracias, te damos gracias.».
Después tuvimos la oportunidad de compartir una cena y luego continuar con una conversación en la sala comunitaria donde Monseñor nos habló de su experiencia sirviendo como Nuncio Apostólico en Jordania e Irak (2015-2019). Pudimos escuchar sobre su camino vocacional y ministerial, contándonos historias muy conmovedoras sobre la tremenda fe del pueblo cristiano allá en medio de tanto sufrimiento y persecución. Varios perdieron sus trabajos y sus casas al no renunciar a su fé en Jesús y la Iglesia. Aunque algunos han podido regresar a sus pueblos, y han podido reconstruir sus iglesias, todavía muchos viven como refugiados dependiendo de la solidaridad de sus hermanos en Jesús. A pesar de esto, los cristianos allá han perdonado a sus opresores, dando un testimonio fuerte de Jesús por sus acciones de misericordia y solidaridad.